jueves, 11 de junio de 2009

Semana VII, Con faldas y a lo loco...por la playa


Estas semanas pasadas he empezado a aprovecharme de mi proximidad a la playa para bajar a dar paseos por el paseo marítimo y por la orilla del mar.

Mi intención era darme unas carreras, pero ni mi fondo físico ni mis ganas han contribuido mucho a cumplir mis objetivos.
Al menos he empezado a darme algunas carreritas que han incrementando ligeramente, muy ligeramente mi resistencia a la fatiga.

Con esas pequeñas carreras playa arriba, playa abajo, he podido observar algo que quizás a los lugareños pasa desapercibido y que a un chico de secano como yo lleva a sorpresa.
Me refiero al tipo de gente que pasea por el paseo marítimo y sobre todo, por la orilla.

Los que me conocéis un poquito sabéis que siempre he sido de los que les gusta sentarse a observar a la gente, sin malicia y sin ningún tipo de morbo o cotilleo, por el simple hecho de ver pasar a la gente. Soy de los que se sientan en la terraza de un bar con la silla hacia la calle, con la intención de ver pasar a las transeúntes.
Creo que si fuera un jubilado estaría observando a los obreros trabajar en las obras, aunque no sé si llegaría a dar mi opinión como el que sienta cátedra.
De hecho, ahora que lo pienso bien, siempre que puedo me quedo observando las obras…..¿tendré ya espíritu de jubilado?

El caso es que en mis carreras por la playa he podido ver que existen varios tipos de paseantes.

Por un lado están los “acelerados”, aquellos que aún yendo andando, van tan deprisa que van marcando un ritmo raro con los brazos y las piernas.
Luego están los “pausados”, aquellos que se entretienen con cualquier cosilla que encuentran en la arena, una piedra diferente, un alga no habitual, una gaviota que picotea algún bichillo.
No hay que olvidarse de los grupitos. Aquellos que van hablando de cualquier cosa y que en un momento dado dan el alto y alguno empieza a explicar en detalle al resto algo que necesitaba contar estando parado. Una mezcla curiosa son los grupitos de acelerados, varios a un ritmo desenfrenado, a cual más curioso andando y sobre todo, mirándose de reojo unos a otros para no perder el ritmo.
Otros a los que no hay que olvidar son los grupos de mujeres, no quisiera yo decir de marujas, pero en muchos casos así lo parecen. A algunas he visto hasta con el bolso por la playa.

Además están los deportistas, y dentro de éstos, varias modalidades. Los que van de punta en blanco, con pantalón, camiseta y zapatillas a juego. Recién salidas todas las prendas de la tienda y con poco pinta de corredor habitual, más preocupados de su aspecto físico que de su forma física. También están los del “chándal”, aquellos que corren con el chándal de toda la vida, algo gastado y pasado de moda, pero que para el uso que le dan, posiblemente les sirva para muchos muchos años más.
Y luego están los de a “pecho descubierto”, aquellos que van marcando músculo pectoral o michelín, y que aprovechan la carrera para tomar el sol y lucirse.

Sin duda, el colectivo que más me gusta a mí es el de los turistas y las parejas de enamorados.
A los primeros porque se los ve recién llegados, despistados, con ropa no adecuada y pantalones vaqueros remangados, con los zapatos en las manos y no sabiendo muy bien hacia que lado de la playa ir o cuando darse la vuelta. Me intriga saber de donde son, si vienen por muchos días, si están de paso, si es la primera vez que ven el mar.
Los segundos en cambio son los más graciosos. Agarrados de la mano, tirando el uno del otro, haciendo dibujitos en la arena, dándose carreritas persiguiéndose, salpicándose agua, dándose abrazos y mirando atontados al horizonte.

Ayyyyy, qué bonito es el mar……aunque echo en falta una buena terraza con vistas a la Gran Vía, ahí si que hay fauna!!!


PD: anexo foto, con actitud de observador y pensativo....

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